El impostor más famoso ha sido Ferdinand Waldo Demara (1921-1982). Inicialmente intento regresar a las órdenes monásticas; tras fracasar, en 1941 se incorporo al Ejército de Estados Unidos bajo el nombre de Anthony Ignolia. Luego de buscar de nuevo entrar en un monasterio, se alisto a la Armada. No alcanzo el rango que deseaba, fingió suicidarse y con el nombre de Robert Linton French ejerció la psicología como terapeuta y docente. Al ser descubierto por el Ejército y la Armada, fue llevado a prisión. Cuando recupero la libertad simulo se ingeniero civil, abogado, experto en cuidado infantil, investigador especializado en cáncer, editor y hasta monje benedictino.
Su mayor hazaña ocurrió durante la guerra de Corea (1950-1953) cuando tomo la identidad de Joseph Cyr, especialista en traumatismo, y atendió los heridos en el barco Cayuga, de la Armada canadiense; operó con éxito a diecinueve soldados basándose en un manual de cirugía. Al descubrirse su fraude, no fue acusado porque ningún paciente había muerto. Demera vendió su historia a la revista Life y se dedicó a empleos menores. Con credenciales falsas trabajo como guardián de la prisión de Huntsville, Texas, pero al darse a conocer públicamente quien era, fue despedido.
En los años sesenta se desempeño como consejero de una misión de Los Ángeles y se dedicó al estudio de la Biblia en el colegio Multnomath de Portland, Oregon. Murió en 1982 por complicaciones de la diabetes. Su vida fue objeto de la novela El gran impostor, de 1960, escrita por Robert Crichton, adaptada al cine en 1961, llamada The Great Impostor, fue estelarizada por el actor Tony Curtis.
Fuente: personajes increíbles, de Kevin Mcfraland, Editorial Diana; 1990.
Arq. Danny Rodríguez
Pensador en altavoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario