A una flor preciosa llaman de Rosa.
Todos sus pétalos abiertos parecen participar de un ritual en el cual cada uno ocupa una posición sagrada perfecta. Organizados de mayor a menor los pétalos me hacen ronda.
Y en aquella conmemoración que es una fiesta agradable y muy tierna, sutil y a la vez extrovertida, escandalosa y a la vez romántica, me mira. Y al verme mirarla, sin mayor
esfuerzo, me pide una sonrisa.
Entonces me lleva en un viaje corto y rápido al sueño de mi soledad.
Anda vistiendo un atuendo de glamour y pasarela, el mejor que mis ojos jamas hayan visto. Nadie puede repetir la hermosura de aquel vestido rojo tanto que ya muchos le llaman "color de rosa". Mismo su perfume suave y delicado, que tampoco puedo comparar con ningún otro, se traduce en un dulce sabor atractivo.
Solo puedo tocarla y
su textura suave como seda me hacen viajar de nuevo pero al sueño eterno de un reencuentro.
Ámbar Amelia